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El Club de los Poetas Muertos |
A Robin Williams, Begoña Learreta, Begoña
Pacheco,
Gema Cidoncha y Gabriela Gámez, por tan
buen rollo, siempre.
Es porque estamos en verano y
aquí, en Madrid, se siente un cambio fundamental en los estados de ánimo, que
la entrada correspondiente del blog, se le dedica al clima. Mas, no al que
identifica la variación de los elementos atmosféricos en el planeta-mundo.
Como es un blog escolar, se
referirá al clima en los centros educativos. ¿Clima allí? Podría preguntar
cualquiera. Y sí, clima. Por creativos que somos, por palabrejas que recrean los
sabichosos y los docentes -algunos, los más inquietos, los más inadaptados
quizás- adoptamos enseguida como concepto. Y si no, como pauta. Y si no, como
referencia a citar cuando -para bien o para mal-, las situaciones educacionales
lo merecen.
Fue por el año 2009 que, en el Máster
Oficial de Calidad y Mejora de la Educación de la Universidad Autónoma de
Madrid, me dijeron que existía un término para designar el conjunto de
relaciones y las atmósferas intraescolares, extraescolares o paraescolares -¿esto
último me lo inventé?- que dichas relaciones generaban. Y me obligaron a
estudiarlo. (Quien desee una introducción al tema puede encontrarla aquí
(Sánchez Navalpotro, 2009). Facilito este enlace que me parece abarcador, pues
veo que, con frecuencia en los últimos años, el estudio del clima se está
orientando con mayor intensidad hacia el análisis de las relaciones entre estudiantes
(afectadísimos como estamos por la violencia y el bullying). Y sí, el clima es
eso, pero es más. ES las relaciones entre todos y cada uno de los elementos del
universo docente y ES las relaciones extrínsecas.
Lo digo porque desde 2009
descubrí que, si pensaba un poco, si buscaba en mi experiencia docente de casi
un lustro en mi facultad cubana de estomatología, podría decir que en aquel ámbito
de trabajo infatigable, había un clima, marcado por ciclones, veranos,
inviernos y verdaderos terremotos. Signado por cosas malas y cosas buenas que
ocurrían entre los alumnos, entre los profesores, entre los pupitres, entre los
conserjes, entre los directores y los padres. Conflictos, maremotos, tsunamis,
primaveras boreales. Clima.
Escribo al respecto ahora que es
verano, que está a punto de comenzar septiembre y que Robin Williams acaba de
morir -de la manera en que quiso- como mismo encarnó al profesor Keating. Uno
que construyó su estrategia didáctica subido a los pupitres -a costa de desarmar
los status jerárquicos que han padecido la guardería, la escuela, la universidad
y los gobiernos-, no para preponderar como profesor de culto desde el estrado -lo
que criticaría Freire-, sino para estimular la perspectiva múltiple en la
escena de aprendizaje.
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El Profesor Keating |
La grandeza mayor de El Club de los Poetas Muertos, por encima
de toda la sensiblería que algunos le achacan, está en esa última toma en picada de
la cámara, que hace que el incómodo profesor Keating luzca así de pequeñito,
así de poquita cosa, al final del filme. Porque así somos de pequeñitos. Porque
todos nuestros centros educativos son una caldosa de problemas, de conflictos
que se transmiten de un curso a otro, que se copian, que se solapan, que se
alimentan.
Es todo lo que sé -lo mejor que
sé- de cara al próximo septiembre. Y si acompaño este post con imágenes de
momentos gratos, de buen rollo, de colegueo sincero, y de excelentes climas
vividos en la UEM, es para evocar un mundo mejor.
¡Felices vacaciones a todos!
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Los Profesores Dra. Begoña Pacheco y Dr. Carlos Serrano interpetan, con gran éxito de público, el tema "Mi agüita amarilla" |
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Cena de despedida del Profesor Dr. Víctor Zurita |
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Foto de grupo. Último día en Policlínica Docente. |